Hace un año, a unos científicos de la Universidad Estatal de Washington (WSU) se les ocurrió instalar refrigeración en 100 colonias de abejas donadas por un apicultor de Idaho (EE.UU). El objetivo era estudiar cómo la refrigeración puede ayudar a evitar el crecimiento del ácaro Varroa, un parásito al que se hace responsable –junto a otros factores- de la disminución en el número de colonias que tan graves consecuencias puede tener para el medioambiente.
El objetivo es que, al bajar la temperatura una vez terminada la época de polinización, las reina dejara de poner nuevos huevos susceptibles de alojar el ácaro. Los resultados iniciales han sido abrumadoramente positivos: las colonias refrigeradas tenían un promedio de 0,2 ácaros por 100 abejas un mes después del tratamiento, frente al promedio de cinco ácaros por 100 abejas en las colonias de control (no refrigeradas).
Aunque todavía es pronto para tener resultados firmes, los investigadores piensan que, si la idea funciona, podría ser una gran victoria medioambiental en la gran batalla ácaro Varroa que los apicultores han estado librando desde hace décadas.
Desde el punto de vista del sector del frío, sumamos esta iniciativa a los cientos de beneficios que la refrigeración tiene para el ser humano, algunos de los cuales contribuyen directamente a preservar nuestra salud, como son la conservación y fabricación de medicamentos. La protección de las abejas, sin las cuales no sería posible la vida en la Tierra, es una prioridad medioambiental por lo que la ayuda de la refrigeración será especialmente bienvenida.