El transporte marítimo es un gran consumidor de refrigeración. En los buques pesqueros, las unidades de refrigeración se usan principalmente para enfriar o congelar las capturas. En los buques de pasajeros y de carga, las plantas de refrigeración proporcionan aire acondicionado para las zonas de pasajeros y de tripulación, así como refrigeración para conservar los alimentos.
El transporte marítimo es, también, uno de los grandes olvidados en los drásticos cambios que el sector del frío aborda en aras de ganar eficiencia energética y reducir las emisiones a la atmósfera. El informe "Unidades de refrigeración en buques de navegación marítima: alternativas a los HCFCs y a los HFCs de alto PCA”, elaborado para el Consejo Nórdico de Ministros, indica que, en la actualidad, el transporte marítimo libera a la atmósfera 15 millones de toneladas de emisiones equivalentes de CO2. Abordar este problema significaría ahorrar alrededor del 2% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo. La Organización Marítima Internacional estima, por su parte, que el uso total de HCFC/HFC como refrigerantes en la flota de la marina mercante en todo el mundo comprende un 70% de R22, un 26% de R134a y un 4% de R404A, según los últimos datos disponibles que datan de 2014. Sin duda, estas cifras se han reducido en los últimos años pero, aun así, el recorrido de mejora es ingente. Los equipos de refrigeración marítima basados en CO2 y amoníaco están disponibles, así como otras opciones de gases HFO de bajo PCA. En el contexto del mar, la seguridad de las instalaciones y también la necesidad de que sean lo más compactas posible ante los problemas de espacio que se presentan son prioritarias. La industria tiene disponibles estas soluciones para ayudar al sector marítimo a una reconversión necesaria.